Cada decorador o diseñador tiene su estilo, su vocabulario, sus colores. Estos son los míos.
Crecí en el campo, tuve una infancia muy cercana de la tierra y del arte, debido a las inclinaciones de mis padres. Vivíamos en un mundo mágico que comprendía arte, espacios verdes y libertad. Aprendí a valorar los materiales y matices naturales, la madera, la piedra, los tonos de los cerros, minerales o el caudal del río. La austeridad de nuestras casas campesinas me marcó, y he tratado de reproducirla sublimada, abstraída, para destacar lo esencial.
Fue en la vastedad que comencé a amar la no interferencia de cosas superfluas o corrientes de significado, a valorizar la limpieza estética, la belleza de un muro liso, a veces más elocuente que la acumulación. Dentro del vacío todo es posible, se le puede dar a un espacio la opulencia del piso de mármol o la gracia fría de la piedra, la calidez de la madera, las alfombras de lana, espesas, o aquellas de fibras vegetales inspiradas en mis percepciones.
En mis diseños hay mucho de mi infancia, he viajado por el mundo mirando cómo otras culturas, desde sus propias tradiciones, traducen las emociones mías.
En los países nórdicos que visité en 1996, se afirmó mí minimalismo, mis trabajos y diseños en embajadas y casas suecas y finlandesas dan cuenta de mi admiración por la simplicidad, lo diáfano y los ambientes translúcidos que allí pude apreciar; no un culto al vacío, no una resta, sino un respeto profundo a los espacios. En esas latitudes lo artesanal y cotidiano es llevado a niveles espléndidos de utilidad y estética.
Nunca me he cansado de observar la Naturaleza de mi país, tan rica y tan variada, tan pródiga en superficies y colores. Este amor al terruño resultó estar también en sintonía con el fenómeno de identificación que viven muchos diseñadores en el mundo. Para mí, como para la mayoría de mis compatriotas, los paisajes familiares están tan profundamente relacionados con la magnífica poesía de Chile, he usado líneas de mis poetas favoritos para describir algunas cosas que quiero nombrar; pero que ya están mejor señaladas por las voces de ellos.